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Mi viejo y yo…



“El que me regaló la primera camiseta, el que con el tiempo fue dejando la posta de “ese periodista” para preguntarme a mí, las incidencias del partido y del club. El que me contó sobre mi primer regalo de la vida: una pelota con gajos amarillos y azules. El que resignificó cada regalo, pero más cuando era azul y oro. El que puteaba cuando perdía Boca, pero por como lloraba yo. El que se alegró con las vueltas olímpicas, pero más que nada por mí. El que se hizo más de Boca a medida que íbamos creciendo, dándonos cuenta cómo era esto de la pasión. El que llama apenas terminados los partidos, para saber cómo vimos al equipo”… BOCA ES EL VIEJO – Juan José Coronell.


Fernando Plazas Castro es su nombre, Lleva el mismo nombre del “Pecoso” Castro, del Venezolano Fernando Aristeguieta, o del gran Jairo FERNANDO el “Tigre” Castillo, tenía un nombre místico en la historia del América de Cali.


Pero este Fernando era ¡mi viejo!, el responsable de mi locura, enfermedad llamada América de Cali cómo diría Eduardo Luis en las transmisiones: Este homenaje va es para Don Fernando, el “Rolo” admirador del fútbol del Valle del Cauca, “El sandia” yo le decía así de modo de broma porque primero fue del Cali de niño y luego se fue por los “Rojos”


Se fue por los rojos fielmente y eso me lo demostró muchas veces. Mi viejo se estrelló contra las paredes cuando América perdió la Copa de la Libertadores un 31 de octubre de 1987, siempre me decía:

“Yeison, a mí no me gusta que América juegue un 31 de octubre, eso es de mal agüero”


“Mi viejo” dejó a mi mamá sola en medio de las contracciones cuando yo iba a nacer le decía que hasta que se terminara el partido de América la iba llevar al hospital… Esta vez ganamos y alcé por primera vez mi vista a este mundo.


¡Un americano más! que más demostraciones de fidelidad por esta divisa roja y eso me lo enseñó el… Los colores se defienden hasta la muerte, ganemos o perdamos, incluso si se nos burlen.


“El viejo” siempre tenía una maña particular cuando el equipo estaba en los himnos, era echarle la bendición al televisor, aplaudir y decir “Yo veré papitos ustedes pueden” esa frase salía de manera tierna.


Se lo dijo hasta el más tronco como Tardelis Peña, en estas últimas fechas al pechifrio de Lizarazo y en las épocas del Tigre, Julián Vázquez, Barbat, Ferreira entre otros más.


Esos eran “nuestros momentos cursis” ahí se nos olvidaba el machismo y éramos los más amorosos del mundo los dos, uno para el otro… Partido de América no podía faltar la cerveza y “cositas para picar”.


El ritual se hizo siempre en partidos de Copa Libertadores, en la A y en la B, se sentaba en su silla, insultaba cuando las cosas salían mal, reíamos y gritábamos cuando las cosas salían bien, porque eso sí “Muchas veces dimos la vuelta juntos” me abrazaba cuando perdíamos algo importante y lloraba por los duros golpes que nos ha tocado enfrentar por ser americanos.


Salía con su frase típica y me secaba las lágrimas.



“Yeison tu si eres huevón, hermano yo viví la del 87 y ese dolor no se compara con nada, párese y pa lante que hay más partidos para juntos ver”.


A mi mamá muchas veces la sacamos de la casa… Porque partido de América era la cita de los dos y este hogar se volvía un estadio. Cuando se ganaba era una euforia infinita decíamos: “Somos los más grandes” “El mejor equipo del mundo” cuando se perdía un silencio sepulcral y malas caras.


Lo estresaba que yo fuera tan apasionado, porque le pegaba ese “nerviosismo” cuando se acababa un partido, terminaba sudado como si hubiera corrido una media maratón o pedaleado en bicicleta muchos kilómetros.


Los dos nos arrollábamos dándole la espalda al televisor, escuchando la narración de los penales en 2008 pidiéndole a Dios la Copa contra Chicó ¡Ay si éramos creyentes!... Cuando la perdimos nos abrazamos y dijimos ¡La 13 será para otra oportunidad!


La 13 llegó el mismo año, celebración en Monserrate viendo luces y en su época favorita la navidad un 21 de diciembre, el mismo día del cumpleaños de “Pipa”… Paradójicamente “Mi viejo” murió un día después de aquel 19 y un día antes de Aquel 21 la obtención de esa estrella. Se fue el 20, el número que portaba su último ídolo en su camiseta “Ramitos” así le decía de cariño.


Y se fue mi “viejo” el que me sostenía la mano cuando se cantaba la canción “Se viene la banda del diablo” para que no me cayera o en un gol en el estadio, se fue la persona que con sus ojitos encharcaditos de lágrimas me dijo:


“Gracias por cumplirme el sueño de conocer el Pascual” ese abrazo nunca lo olvidaré juntos en la caldera del diablo, en el templo, en una fiesta inigualable contra Real Cartagena un 7 de Noviembre de 2016.


Juntos recorrimos kilómetros por América, juntos soportamos que nos trataran como delincuentes en las requisas para entrar al estadio quitándonos los zapatos y la chapa de la correa.


¡Porque a él le gustaba la popular! Se sabía los cantos, saltaba conmigo y si no se lo sabía me pedía que le enseñara la letra de la canción… Ese es don Fernando… El amigo más fiel que pude conocer.


Esa persona que me gustaba en ocasiones ver borracho, a veces me despertaba para contarme las historias de los tiros libres de Battaglia, los goles de Polilla y las diabluras de Pipa.


Una vez en una de esas borracheras, yo estaba viendo un partido de Perú, el del repechaje para el mundial de Rusia, estaba haciéndole fuerza a Gareca, me sorprendió cuando se acercó a mí.


Llegó a donde estaba y tenía la mirada algo triste, tenía una Pola en la mano y así empezó nuestra conversación:


- Yeison, su mamá esta brava y tiene tiempo para escucharme. Apague un momento la tele o quítele el volumen -


- Bueno, mi mamá no está brava, siéntese y charlamos ¿pa que quiere decirme?


Tómese esa Pola porque no quiero más, pero póngame cuidado. Yo vi al América más grande que usted, yo lo disfrute mucho, siempre quise que juntos lo hubiéramos visto, ¡No los troncos de hoy! Tanta estrella tanta gloria, muchas veces me le escapé a su mamá y fui al estadio solo cuando éramos novios… Ella ni lo sabe, pero el día que usted nació, sabía que iba ser rojo como yo, nunca lo obligué. ¿Para qué?, ¿para qué? yo sabía que solito se iba enamorar de la “mechita”.


Me siento orgulloso de usted, de como escribe y que sea el americano más fiel incluso más que yo, usted viaja, usted compra camisas, usted si ama esto ¡mi chino!, gracias por llevarme al estadio, por hacer las filas, por cuidarme cuando vamos y todo lo que hace por mí, gracias mi chino… ¡Nunca olvide que usted es mi orgullo!

Me dio un beso, un beso en la frente con tufo a cerveza, un abrazo y su última frase fue ¡Tómese eso rápido, me voy a dormir, mañana hay que madrugar!


No sabía que esa cita que pasó en noviembre del 2017, seria parte de su despedida…



¡Mi viejo! Solo puedo dedicarte estas letras y decirte ¡Gracias por tanto! ¡Te amo y voy amar más al América por ti!



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